lunes, 25 de julio de 2011

Arcilla, grietas y bolsas de aire

Siempre he sentido la latente incomodidad de que cada vez que intento escribir algo, mi mente se detiene mucho tiempo a pensar en como maridar una interesante historia, con una parábola o alguna forma de escribir que lleve un mensaje entre líneas. Creo que lo que me gusta de escribir es eso, no ser tan explicito, dejar que el lector logre rescatar e interpretar lo que pueda de algún relato. He ahí la obsesión por ocultar mensajes tras párrafos a veces disfrazados de prosas, otras veces más sensibles, y otras tantas casi imperceptibles e irracionales.

El desafío esta vez es relatar una experiencia, y manifestar abiertamente el aprendizaje extraído de esta misma, exponiendo en menor medida lo técnico, pero dándole más protagonismo a lo más sutil.

Ciertas costumbres parecen olvidadas en el baúl del recuerdo de una sociedad tecnologizada, sin duda encontramos entretención y paz en elementos llenos de tornillos, cables y pantallas. Es una extraña forma de ver la vida, una extraña forma de distraer la mente.
Decir que no formo parte de aquel mundo seria hipócrita, debo admitir que paso largas horas de mi vida buscando y vagando en el cyber espacio. De alguna forma, muchas veces logro complacer mi necesidad de entretención y algo más que basura cibernética queda en mi cabeza. Eso no pasa muy seguido, hay que decirlo.

Tiempo de vacaciones, tiempo de descansar de un semestre complicado y no exento de conflictos mentales; sin duda vivir estos días de descanso haciendo las mismas cosas de siempre sería jugar a ser el mismo ser del cual necesito descansar. Definitivamente es hora de probar algo nuevo, que desarrolle habilidades nuevas y que por sobre todo, despierte algunas fibras medias dormidas y/o abandonadas.


Gracias a una iniciativa nacida de aquella mujer que me dio la vida, mi madre,  fuimos el pasado sábado a participar de un curso de trabajo con Arcilla, para hacer vasijas, adornos, jarros y todo cuanto objeto se le pueda a uno imaginar, la verdad es que la cosa da para mucho.

Súper interesante, primero, no se trabaja con torno, acá la cosa es con una técnica llamada “el pellizcado”, es todo manual, nada de motores ni fuerzas centrifugas.
No se si será mas fácil o mas difícil, pero lo que si es claro es que la diferencia es radical. La utilización neta de las manos te recuerda mucho cuando eras niño, cuando jugabas con tierra, con barro, cuando el teclado del computador era tu enemigo íntimo. Tuve la suerte de ser criado en un mundo muy diferente al de hoy, jugaba mucho en el patio de mi casa, con tierra y barro, cuando digo “mucho” juro por dios que era MUCHO.

Por suerte siempre tuve una madre aventurera, que no dejaba pasar ni un fin de semana sin llevarnos a algún bello lugar distante de nuestra casa, en donde pudiésemos tener un contacto directo con la naturaleza, su belleza y bondades.

Creo, y estoy seguro, que son estas experiencias vividas en la juventud las que te terminan definiendo, parece obvio, si eres hijo de un padre golpeador, lo mas probable es que seas tu mismo un padre golpeador, pero….a lo que apunto es a otra cosa. Desde muy pequeño siempre fui muy emotivo, me recuerdo viajando en el auto con mi familia cuando la noche en Atacama caía y la eterna ausencia de nueves dejaba desnudo el cielo, ofreciendo a las estrellas como faros astrales. Era un placer, viajar de noche para mí era un verdadero placer, apoyar mi cabeza en la ventana y dejarme llevar por la reveladora idea de que el universo era eterno. Uffff, creo que eso me pasa hasta hoy.

En fin, mi naturaleza siempre fue un tanto perceptiva, medio “volado” como se podría decir ahora, un tipo muy calido, muy amigo de mis amigos, muy cariñoso y atento….eso se lo debo a mi educación, mi madre ha sido simplemente una imagen muy poderosa.

Pero fuera de todas estas cosas que nos definen como seres autónomos, que se presentan como patrones genéticos que predominan ante lo vivido,  y  que ciertas veces se conjugan con agentes externos, sociales (tal como dice la filosofía griega “la sociedad hace al individuo”), educacionales, etc. Existe una característica propia de cada ser humano, que no responde a patrones hereditarios, sociales ni genéticos. Se puede tratar de dar respuesta a ello mediante el estudio que han ofrecido diversas culturas; como lo explica el doctor Deepak Chopra en diversos de sus libros basados en el Ayurbeda (el libro de la vida), se distingue 3 Doshas o arquetipos, los que nos definen como individuos sensitivos, haciendo un análisis de nuestras características predominantes.
Lo que hace la astrología, con 12 casas zodiacales a las que pertenecemos según nuestra fecha de nacimiento y la disposición del sol, es muy parecido; lo hace el horóscopo chino, lo hace el calendario maya, lo hace la psicología actual fichándote de “obsesivo, obsesivo compulsivo, compulsivo obsesivo, etc”. En fin, tantas culturas, tantas ciencias, tantos cerebros han intentado dar respuesta a un factor humano que se presenta de forma aleatoria, que simplemente ES en cada uno de nosotros. ¿De donde vendrá? Pues me es indiferente ¿lo podré controlar? Pues me es indiferente, lo que me interesa, es saber definirlo, entenderlo y sacarle todo el provecho que pueda a esta cualidad que no responde a modelos ni esquemas.

En mi caso, creo que nací con una capacidad analítica, pero desde el punto de vista emotivo, de todas las cosas. Siempre desarmaba todo, ¡TODO! Los juguetes de mis amigos, de mis primos, los artefactos eléctricos de mi hogar, ¡todo! Lo desarmaba para comprender como estaban hechos. Eso fue solo el comienzo, era como un juego. Ahora es diferente, las cosas se desarman mentalmente, me hago una imagen de las cosas, de las situaciones, analizo y descifro, es algo incontrolable, nada pasa por que si, todo tiene un significado, a veces es enloquecedor. Lo bueno es que de un tiempo a esta parte, esta capacidad de analizar el mundo y lo que lo compone se ha trasformado en una terapia, pues ahora veo las cosas de otra forma. Desnudo mis experiencias, las desarmo, las ordeno, las observo por separado  desde un punto de vista externo. Y creo que siempre logro extraer una aprendizaje importante, que me ayudará a ser un mejor humano, y no digo persona, digo HUMANO, es mas completo, mas noble. Ese es sin duda mi factor diferenciador…seguro, sacar algo de todo lo que me sucede, aun que a veces duela, aun que a veces duela mucho.

Lo explicare mejor mas adelante….retened la idea.

Volvemos a la arcilla, al trabajo manual, a la tierra. Durante tres horas trabajamos en crear dos vasijas las que nos ayudarían a entender las técnicas básicas de confección y por sobre todo de reparación del material. Acá haremos nuestra primera parada.

Las grietas

 La arcilla es una mujer complicada, es difícil trabajar con ella, si eres muy violento obtendrás resultados nefastos, si eres muy suave quizás no logres lo que esperabas,  al parecer hay que saber conocer a cada mezcla de arcilla con la que se trabaje, pues no todas son iguales, y será necesario un trato y un trabajo diferente con cada una de ellas.
Es un tema sutil, a veces estas de lo mejor, progresando en tu desafío de lograr una forma interesante, hasta que ¡CHAN! Aparece una gran grieta, casi irreparable, y luego te das cuenta de que hay mas, observas que en verdad las paredes de tu intento de vasija son absolutamente poco proporcionales entre ellas, te das cuenta de que la distribución de las cantidades de arcilla no son parejas entre los hemisferios de tu “obra de arte” de tu “consagración” de tu “Hijo hecho de la tierra”….es frustrante, en verdad lo hiciste casi todo muy mal, a excepción de algo, y esto es lo mas valioso.

Acá viene mi mente ridícula y analítica, que busca aprendizajes en todo lo que hace.

Cuando vez la nefasta creación que haz engendrado, tan llena de errores, te dan ganas de tomar lo que sea que hayas hecho, hacerlo una gran bola de barro, y comenzar de nuevo. Es lo más simple. Para que perder el tiempo en resolver errores si puedes comenzar de nuevo. Esa es tu soluciones, estas casi al borde de hacerlo, pues entonces, aparece nuestra profesara, Susan, a quien conozco desde que era un polluelo; ella con una paciencia y una suavidad casi desagarradota nos invita a arreglar los errores, no a comenzar de cero, sino que con una serie de técnicas muy simples y fáciles de aplicar, se es posible reparar todo. Es lento, muy lento, insitito, seria mas fácil tomar la arcilla y partir de cero, pero ¿Dónde esta el aprendizaje? Definitivamente la vida no es así, no tenemos la posibilidad de despertar al otro día y pensar que todos nuestros errores y fallas hayan desaparecido y aparecer en un mundo resuelto y nuevo.

Las grietas aparecerán, y no podemos retraernos de ellas, no podemos pasar por el lado y seguir, cuando el horno este listo y metamos en él nuestra escultura y esta se agriete hasta quedar como una pasa, veremos que en verdad nos equivocamos en el comienzo, cuando todo era evitable.

Muchas veces, los humanos creemos que la salida de un problema se ve muy compleja, que es muy tediosa, que tomara mucho tiempo, y seguimos con nuestra vida, sin prestar atención al pasado que aclama por ser resuelto, a pequeñas grietas que dejamos en el pasado, y que el día en que la vida nos exija una sabiduría que se encuentra en esa zona agrietada, los resultados serán nefastos, pues nunca nos resolvimos en ese respecto, lo dejamos pasar, nuestra vasija de sabiduría creció y se endureció, hasta puntos donde es casi imposible recuperar la forma optima…aun así, la arcilla siempre deja espacio para enmendar fallas, en todo momento y en todos sus estados, al igual que la vida.

La arcilla acumula aire, si no amazas bien, mientras trabajes notaras que aparecen pequeñas embolias de aire, que en su momento, cuando llegue la hora del orno, explotaran pues el aire buscara por donde escapar, ese será el fin de tu “5ta sinfonía”, todo por dejar pasar los errores, como si no nos fuesen a penar mas adelante.

Considero que todos quienes nos hacemos llamar humanos, hemos cometido mas de algún error vergonzoso y que queremos sepultar bajo mil capas de tierra, pues nuestra naturaleza humana es así, no somos perfectos, los errores suceden, y sucederán. Si no fuese así, según mis creencias etéricas, ya no estaríamos en este plano, si fuésemos seres perfectos no viviríamos en este mundo. Estamos aquí para aprender algo. Algo importante. Pero no podemos vivir un día mas sin resolver las fallas que nuestra vasijas de arcilla halla dejado en evidencia, pues nos será mas difícil cerrarlas en el fututo, seria una labor infinitamente mas tediosa y compleja.

Comparo la creación y la utilización de la arcilla con la vida, pues comparten muchas reglas genéricas. Existe una base, técnicas básicas con las que se trabaja el material; la vida también las tiene, hay cosas que son y que queramos o no hemos de respetar; existe un espacio para la improvisación, para la imaginación, para dejar fluir nuestras ideas y crear cosas innovadoras, al igual que la vida, que se presenta a veces como una bola de arcilla, tan moldeable, tan dócil.

La arcilla, mientras mas joven es mas moldeable, luego se pone terca, dura, casi intratable, adquiere una forma y una postura casi definitiva, al igual que la vida, desde que nacemos somos esponjas de aprendizajes, móviles, dóciles, blandos, pero al pasar el tiempo nos vamos estancando en una mente y en un cuerpo que se conserva por experiencias pasadas, no por sueños ni ideales nuevos y proyectados.

La arcilla me ha enseñado a que pase lo que pase, cueste lo que cueste, los errores son enmendables, todo tiene una solución, y que es normal convivir con esa sensación de querer mandar todo al carajo y comenzar de cero, pero SE PUEDE EVITAR, existen técnicas, la vida hoy en día gracias a la globalización, ha insertado en nuestras vidas diversas técnicas que distan mucho de lo que existía hace 50 años, costumbres budistas, hindúes, esotéricas, etc. Podemos encontrar formas de sanar nuestras heridas, nuestras grietas, de forma muy simple, solo bastará tiempo, disposición, y lo más bello…disfrutar del proceso.

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